Capítulo 7: Conocidos por el fruto

Christian Faith International Ministries

 

CAMBIEMOS LAS MALDICIONES A BENDICIONES

CARL L. FOX

 

Capítulo 7

Conocidos por el fruto

(Marcos 11:12-14) Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.

Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

De camino a Betania, Jesucristo habló a la higuera y la maldijo porque no había dado fruto. Lo hizo al propio, pues no buscaba higos en época en que normalmente no le tocaba dar fruto. Si hubiera estado por dar fruto, ya habrían brotado unos capullos pequeños y dulces, pero no hubo nada.

(Marcos 11:20) Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

La higuera se secó desde abajo hacia arriba, en vez de desde arriba hacia abajo.

(Marcos 11:21) Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.

¿Sabes por qué maldijo Jesucristo al árbol? Porque la higuera, el símbolo de Israel, no estaba dando fruto—algo que pasaba mucho allí en aquellos tiempos. He tenido discusiones con algunas personas contra esta creencia, pero también he hablado con gente que ha estudiado esta verdad y la confirmó. Tiene mucho sentido. ¿Por qué otro motivo lo habría hecho Jesús? ¿Habrá sido sólo para mostrar el poder de sus palabras? Pero eso ya lo había comprobado en muchas otras ocasiones previas. Más bien, maldijo al árbol porque no estaba produciendo fruto, ni tampoco lo haría en el futuro.

Actualmente hay sobre la nación de Israel una maldición por no producir el fruto. Más bien, se paseaba delante de las demás naciones jactándose de lo justa y buena que era; o sea, hubo hojas pero no hubo fruto. Como pueblo, negó al Señor Jesucristo y ni siquiera reconoció a su Mesías cuando Él vino. Ahora hay tanta gracia que el pueblo judío puede ser perdonado, porque puede nacer de nuevo y quedar libre de la maldición que acompaña a la negación de Jesucristo.

Es en este aspecto que el cristianismo también se encuentra en grandes problemas hoy. Muchos cristianos o niegan completamente al Espíritu Santo, o si saben algo del Espíritu, se concentran en poder hablar en lenguas, interpretar, discernir y practicar todos los nueve dones. ¡Pero el fruto no existe! En los tiempos del Apóstol Pablo, los miembros de la iglesia de Corinto andaban todos creyéndose gran cosa, lo que es contrario a la vida de Jesucristo, sin embargo podían manifestar todos los dones espirituales. ¡Se creían tan justos y rectos, pero practicaban el incesto! Es muy fácil disimular el pecado y decir, “Estamos en la administración de la gracia, hombre, y podemos hacer lo que queremos.” ¿Será un acto sincero de amor por su esposo o su esposa meterse con otra persona que no sea su propio marido o su mujer? ¡Por supuesto que no! El verdadero amor produce fruto por toda una eternidad.

¿Por qué será que el Señor permite que la gente siga operando dentro de Su Espíritu y todavía estar llena de pecado? ¿Sabes por qué? Porque espera poder salvarlos, espera que por medio de ello se arrepientan. Pero llegará eventualmente el día en que la puerta quede cerrada. Algunos entendemos esto y lo hemos visto suceder en muchos ministerios. Eventualmente se desvanece la unción del Espíritu Santo y entonces tienen que aumentar su actividad para hacer que todo camine. La manera de conocer el ministerio de un hombre o de una mujer es observando el fruto. No falta hacer nada más—el fruto lo dice todo.

 

LA MALDICIÓN DE DAR MAL FRUTO

Hablemos ahora de nuestras propias vidas. ¿Qué clase de fruto estamos produciendo? En los próximos versículos vamos a hablar de la fruta podrida. Es muy interesante ver cómo Dios agrupa el fruto podrido. Al hablar del fruto de la carne, las obras de la carne, estamos hablando de la parte nuestra que hace el mal. Es donde pecamos; es la parte de nosotros en que negamos a Dios. Es la parte en que somos tan tercos que nos metemos siempre en líos.

(Gálatas 5:19-21) Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.

¡Eso sí que es fruto podrido! Los que practican estas obras no reciben ninguna herencia en el reino de Dios, como acabamos de leer. Les voy a decir que ¡lo que cuenta es el fruto! Podrás tener poder y riquezas, podrás tener todo tipo de ventajas, tal vez aún tengas toda una flota de aviones jet que lleven por todas partes a tus grupos de ministros, pero nada de eso cuenta. Es el fruto el que cuenta. Israel es la nación escogida por Dios, pero sin embargo llegó a ser una nación estéril, sin fruto. Es la nación escogida por Dios, sin embargo, ¡mataron al mismo Hijo de Dios!

¡Fruto podrido! ¿Alguna vez has escuchado que “Dios no puede ser burlado; lo que siembras, eso cegarás”? Cuando uno hace lo que se enumera en Gálatas 5:19-21, se abre a que le arranquen su herencia. Algunos creen que puede causarle a uno ir al infierno, pero te garantizo que perderás tu herencia, porque así lo dice. Sin embargo, no nos quedemos en eso. Si tú eres culpable de algo así, entonces deshecha esas maldiciones. El Señor quiere que tengamos la habilidad para quitarnos las maldiciones y nos da la recompensa por hacerlo. Tenemos que podar el árbol para quitar el fruto malo.

En contraste, es mucho más fácil leer el siguiente versículo, el 22, que el anterior, porque este es el buen fruto que el Señor quiere que tengamos, fruto bueno y no fruto podrido. No quiere que su pueblo se enrede en la envidia y en el homicidio y en borracheras y adulterio. Esa no es Su voluntad, es la del diablo. ¿Acaso se pueden perdonar esas cosas? Sí, cómo no, pero ¿para qué tener fruto malo si no tiene ningún provecho?

 

EL BUEN FRUTO

(Gálatas 5:22-23) Mas el fruto del Espíritu es amor…

Debemos estimularnos a amar. Podrás hacer todo tipo de actividad muy buena, pero si no estás motivado por el amor estás fuera de onda, sobre todo si la razón de hacerla es otra que el amor. No quiero decirte que te des por vencido debido a la falta de amor, sino más bien que cambies tu corazón y tu mente; que seas impulsado por el amor. Quiero ser una persona mejor, siendo esa mi esperanza y mi oración. Debería ser también el caso para cada uno de nosotros.

El primer fruto mencionado es el amor porque todo lo demás se construye con base en el amor. Tiene que ser amor. El amor es lo que uno hace, no lo que uno siente, ni tampoco cuan perfecto sea uno. Soy un buen ejemplo de eso, de cómo Dios puede usar lo necio de este mundo para confundir a los sabios. Se requiere el amor, porque para poder cumplir la voluntad de Dios se necesita amor.

(Juan 3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Así fue como amó Jesucristo al mundo. Fue tanto que se hizo maldición por ti. Jamás logra uno el amor hasta el punto en que uno pueda decir, “ya eso lo hice, ya lo sé”. No funciona así. El amor es algo que uno tiene que seguir practicando de por vida, porque es el fruto número uno.

Yo entiendo por qué el amor es número uno, porque es el primero mencionado en la lista. Pero Dios también me enseñó este principio en una visión. Sabes que si no andas en amor, tal vez tengas mucho carisma, pero tienes problema con tu fruto. ¡El primero es amor! La visión que me dio fue de un tubo de donde corría el agua hacia nueve baldes de 5 galones cada uno. Empezó el agua a fluir al primer balde, que es el amor, y luego se rebalsó al segundo, que es el gozo. Y así por el estilo, pasaba de balde en balde. El agua no corría al siguiente balde hasta que el anterior estuviera lleno. Este fruto no lo recibes en un solo racimo. No es sino hasta que se rebalse el amor, que podamos tener gozo. Y ese amor no lo puedes guardar en el balde, porque tiene que rebalsarse antes de poder llenar el balde de gozo.

…gozo,

El gozo es importante porque el gozo del Señor es tu fuerza. Pero al enemigo le gustaría robarte el gozo, si fuera posible, para debilitarte. De otra forma no te podría vencer. Mira, si el gozo del Señor es tu fortaleza, satanás tendrá que robarte tu fuerza y tu gozo para poderte vencer. Pero cuando está completo tu gozo, ¡no puede ni siquiera entrar al mismo cuarto contigo! El gozo es de suma importancia, pero cuando nos hace falta gozo, si caminamos en amor podremos entonces llenar de gozo el balde.

…paz,

Hasta no desbordarse el amor y el gozo, no puede haber paz. No es por pura casualidad que Dios pone estos frutos en este orden. Desgraciadamente, entre cristianos lo que más le ha robado la paz a la iglesia han sido las doctrinas. La frase en la Biblia que dice “la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” nada tiene que ver con doctrina. Personalmente, he tenido que cambiar tantas doctrinas que antes tuve, porque esas cosas no son tan esenciales como es el fruto de la paz, el gozo y el amor. Tiene uno que ser humilde para procurar la paz y no pasarla en alegatos y discusiones de doctrinas. Reconozcamos que las doctrinas no ponen el orden—es el Espíritu de Dios quien lo pone y uno debe de obedecer según la palabra de Él y no por nuestras emociones. Cuando uno ama, uno obedece sin cuestionar la palabra de Dios. Esta obediencia que sale del amor da como resultado el gozo y rinde un fruto de paz en tu corazón. Es como una cascada que fluye de un balde al otro.

…tolerancia, paciencia,

No puedes tener tolerancia a menos que ya tengas amor, gozo y paz. De otra forma estarías no más adorando tus sufrimientos. Entonces tendrías una ceremonia de sufrimientos a la que invitarías a la gente. Quizás hasta publicarías noticieros sobre el sufrimiento y dirías: “¡Mira mis cicatrices!”

…benignidad, afabilidad, dulzura

Te voy a decir que me tomó bastante amor para que llegara a ser benigno, porque antes no era tranquilo y amable. Es algo que requiere mucha diligencia. Soy un guerrero y debo aceptar que me encanta pelear y entrar en batalla. Pero cuando uno se ocupa en la batalla todo el tiempo, no puede ser benigno cuando es el momento de serlo. Entonces, ¿dónde está el equilibrio? ¡En el amor, el gozo, la paz y la benignidad! Para que uno pueda ser afable y tranquilo, tres frutos anteriores tienen que primero haberse rebalsado.

…bondad, apacibilidad,

La bondad es el siguiente balde en la fila. Toda esta fruta no es algo que puedes cumplir y pulir y ponerle una capa de cera, como a una manzana. Se supone que uno debe alimentarse de ella, pues este fruto es el alimento del Espíritu. Es cierto que hay una diferencia entre el alma y el espíritu. Me gusta mucho el alimento del alma (o sea, la comida “soul”, como le dicen a los platos favoritos de la gente en partes del sur de los Estados Unidos; refrescan el alma—el soul), ¡pero me encanta más la comida del Espíritu! Este fruto es el fruto del Espíritu y cuando te sientes agotado, agarras una de esas frutas de bondad y te la comes. ¿Te has fijado cómo te gusta que brille una manzana, aunque a pocos momentos te la vas a comer? Este es fruto que está disponible para alimentarte, y ¡Dios te ayude si no se encuentra este fruto en tu canasto!

¿Ya entiendes por qué el pueblo de Israel llegó a sentirse tan miserable? Llegaron hasta el punto en que ya no había fruto en su canasto y negaron al Señor Jesucristo. Como cristianos debemos tener mucho cuidado de no caer en esa misma trampa.

…fe,

Una vez que tengas el resto del fruto, vas a tener fe. Incluso, podrás tener un ministerio de fe, que será fácil lograr porque tienes todo este fruto fluyendo en una cascada sin parar. ¿Y cómo viene la fe? Nos hemos acostumbrado a escuchar que “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. Y la fe también viene conforme andemos en los otros frutos, empezando con el amor.

La fe es espiritual. Muchas veces los cristianos nuevos, o los débiles, tratan de convertirse en cristianos de fe, pero esto es algo que no se puede hacer por cuenta propia. Para llegar a ser un cristiano de fe, es necesario hacer el amor y llenar los baldes anteriores. Tu fe te edificará y se rebalsará porque todo lo anterior señala una relación con el Señor Jesucristo. A medida que andemos en amor, andamos con Jesucristo.

…mansedumbre,

Hasta que no rebalse la fe y todo el fruto anterior a éste, no podremos tener mansedumbre. Ser manso es decir, “Sí, Señor, ¡lo haré!” Si quiero ser manso, ¿podré escoger dónde, cómo y cuándo voy a ser manso? ¡No! Dios quiere mansedumbre de nuestra parte. Puede ser que hayamos llegado al punto en que estemos tan envueltos en nuestros propios planes y esquemas, que eso mismo se transforme para nosotros en un ídolo, en nuestro dios. Por eso tenemos que tener mucho cuidado que seamos mansos de acuerdo a la Palabra de Dios.

…templanza; contra tales cosas no hay ley.

Estos “tales” incluyen todo el fruto, no sólo la templanza. Hay gente que quiere decir, “No vivo bajo la ley; ésta es la administración de gracia y puedo hacer lo que a mí me dé la gana. Conozco lo de las dispensaciones.” Efectivamente, estamos en la era de gracia, pero no podemos vivir en la plenitud de la gracia a menos que tengamos en nuestras vidas el fruto del Espíritu. Si vivimos en pecado, esto produce el fruto podrido de la carne. Y si hacemos todo de acuerdo a la carne, eso nos pone bajo la Ley, que es para los rebeldes que rechazan la Ley. Según el tipo de fruto que mostremos en nuestra vida, o de acuerdo a la falta del buen fruto, así mostraremos cuanta autoridad todavía tiene la Ley.

Si nos hace falta buen fruto en nuestras vidas, tenemos que regresar al balde de amor y asegurar que no tenga un hueco en su fondo. Llena tus baldes, empezando con el amor, y observarás cómo se rebalsan para producir mucho fruto espiritual. Siempre se sentirá frescura en lo que se desbordó.

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