Introducción

Christian Faith International Ministries

CAMBIEMOS LAS MALDICIONES A BENDICIONES

CARL L. FOX

 

Dedicatoria

Dedico este libro primero a mi Padre y a mi Señor Jesucristo. Luego, se lo dedico a mi maravillosa esposa, Sheila, quien ha sido una gran ayudante en la vida y en el ministerio. Sus oraciones han derrumbado muchas barreras que había que vencer. Sin estas oraciones, nunca se hubiera podido escribir este libro.

Agradecimientos

Quiero dar un especial agradecimiento a Elaine Liberio, por el diseño de la cubierta del libro, inspirado por Dios; a Ed Johnson, por su apoyo incansable y motivador; y a Paul Norcross, por su perspicacia aguda y comentarios constructivos. Finalmente, también quiero dar las gracias a Jan Magiera cuya participación en la finalización del manuscrito fue invalorable.

Hay muchos más a quienes quisiera expresar mi agradecimiento, demasiados para mencionar, y quienes nos han ayudado con sus oraciones, su amor y su apoyo financiero. Gracias desde lo más profundo de mi corazón.

Introducción

El tema de las maldiciones y bendiciones con frecuencia es nuevo para estudiantes de la Biblia. A pesar de esto, Dios siempre tiene mucho que decir sobre de ellas. Asombrosamente, a pesar del hecho muy claro de que “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: maldito todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13), a nosotros sin embargo, todavía nos toca lidiar con estas maldiciones y romperlas. ¿Cómo puedo decir tal cosa si Cristo terminó nuestra relación con las maldiciones? El último capítulo del Nuevo Testamento, Apocalipsis 22, nos habla de este asunto.

Apocalipsis 22:3 “Y toda cosa maldita no será más; sino el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,”

La verdad es que las maldiciones todavía están con nosotros. Lo que logró Jesucristo en la cruz fue esto: Él le dio a cada hijo de Dios la libertad para desatarse de las maldiciones. Este fue uno de sus hechos finales cuando fue colgado en el madero. Queda claro en Apocalipsis 22:3 que siguen existiendo maldiciones y se tienen que confrontar y romper en la vidas del cristiano.

Se puede argumentar lo mismo respecto a la sanidad. Aunque por Sus heridas todos hayamos sido sanados (1 Pedro 2:24), ¿por qué no están sanos todos los cristianos hoy en día? ¿Podrían ser sanados si recibieran por fe lo que Jesucristo logró por nosotros en la cruz? ¡Claro que sí! Así es con las maldiciones.

El problema del manejo de las maldiciones es que hasta ahora, han sido muy obscuras y escondidas del pensamiento cristiano. Mientras que en todo el mundo hay religiones que se especializan en el uso de maldiciones (la brujería, el vudú, la hechicería y el curanderismo, etc.) contra la gente de Dios, los cristianos somos muy ignorantes en el área de las maldiciones. ¡Todo esto a pesar de que queda muy claro que Jesucristo nos habilitó para hacerlo!

Lo contrario de una maldición es una bendición. El Señor Jesucristo no sólo nos dio a los cristianos los medios para aprender a reclamar nuestra libertad de las maldiciones, sino que también nos dio la opción de recibir las bendiciones en lugar de esas maldiciones.

En Cambiemos las maldiciones a bendiciones Carl Fox nos muestra cómo el Señor le dirigió a exponer este vacío en el Cuerpo de Cristo. No conozco a ningún otro ministro hoy en día cuyo ministerio esté acompañado de tales milagros tan extraordinarios. He ministrado a su lado en los Estados Unidos y también en el extranjero, y no me deja de asombrar cómo Dios usa a este hombre sencillo y humilde para traer liberación a su pueblo donde muchos más han fallado. No es que un individuo sea más ungido que otro, a pesar de los que en el Cuerpo de Cristo se eleven a unos más que a otros. Sencillamente, a Carl el Señor le ha enseñando este tema importante de convertir en bendiciones las maldiciones que plagan a los hijos de Dios, con el propósito de que a su vez se lo enseñara al resto de Su pueblo.

Que el Señor siga abriendo los ojos de nuestro entendimiento en nuestro afán de conocerlo a Él. Y qué tú corazón esté tan emocionado como el mío al ver cómo el Señor convertirá en bendiciones nuestras maldiciones a medida que aprendamos a obedecerlo.

 

Paul Norcross

Kingdom Faith Ministries
Charlemont, Massachusetts
Versión de la Biblia Usada en este tomo: TC “Versión de la Biblia Usada en este tomo:”
La Biblia del Oso, de Casiodoro de Reyna, 1569

 

Nota Aclaratoria:

Las referencias bíblicas que aparecen en esta edición son tomadas de la Biblia del Oso, de Casiodoro de Reyna, publicada en Basilea, Suiza en 1569. Esta traducción al español es la primera de la Biblia entera, y es la más fiel a los escritos originales en hebreo y griego. En la Biblioteca de la Universidad de Basilea se encuentran todavía cinco ejemplares en muy buen estado, uno de ellos autografiado por Casiodoro de Reyna, quien lo obsequió a esa Universidad.

Escogí esta traducción de la Biblia en español porque fue recopilada y traducida por un hombre fiel al Señor Jesucristo, cuyo dominio tanto del español como del hebreo, griego y latín, lo hace el traductor por excelencia para una obra como ésta. El Espíritu de Dios estaba sobre él para esta difícil tarea, acarreándole la persecución y abuso de la iglesia Romana y de la Inquisición de España, además de la fuerte oposición por parte de grupos protestantes de su día, incluyendo a uno de sus propios discípulos, Cipriano de Valera. A Reyna lo conocían los católico-romanos como el “heresiarca”, el maestro de los herejes.

El historiador español y Secretario de la Inquisición en Madrid entre 1789 y 1791, Juan Antonio Llorente, dijo que fue por culpa de `un Fray Casiodoro’ la repentina conversión al luteranismo de todos los monjes del convento jerónimo de San Isidro del Campo, cerca de Sevilla, España. Claro está, que al leer la Biblia en sus idiomas originales y con la guía del Espíritu Santo, les fueron abiertos los ojos espirituales de este grupo de frailes, entre los cuales había por lo menos 11 marranos y moriscos. (marranos – judíos convertidos al catolicismo, a pena de muerte; moriscos – moros, o árabes, convertidos bajo esas mismas condiciones). Se dice que el mismo Casiodoro de Reyna era morisco, originalmente de Granada. Gracias al “amor” que les tenían los inquisidores, estos sacerdotes convertidos al Señor Jesucristo (uno de los cuales fue Cipriano de Valera), en 1557 tuvieron que huir del convento y de España, y por lo menos Reyna pasó el resto de su vida huyendo de sitio en sitio por toda Europa. En el Auto de Fe de la Inquisición de Sevilla, el 26 de abril de 1562, fue quemado en efigie. Pero su muerte ocurrió en Basilea, Suiza, a fines de esa década.

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